Ya hay nuevo comisario para agricultura, el irlandés Phil Hogan. Si no me falla la memoria es el segundo comisario de agricultura de esta nacionalidad. El anterior es históricamente conocido por haber impulsado el cambio de rumbo estratégico que tomó la PAC con la introducción de los pagos parcialmente desacoplados en 1992 con la reforma que lleva su nombre, Mac Sharry.

El nuevo comisario ya tiene instrucciones de su Presidente, el luxemburgués Juncker, y estas son una vez más seguir la senda de la simplificación de la PAC, porque es una política compleja, que la sociedad no entiende y difícil de gestionar para el agricultor. En 2015 deberá buscar fórmulas para simplificar los pagos directos, el desarrollo rural, la política de calidad, de promoción y, como no, el régimen de frutas y hortalizas, No son muy novedosos el mensaje y el objetivo.

Ya en 2005 la Comisión Europea lanzó un proceso de simplificación que consistió básicamente en una refundación legislativa de las 21 OCM sectoriales existentes, dando lugar a la OCM Única que hoy conocemos. Es decir, que de 21 reglamentos de unas 22 páginas pasamos a uno de cerca de 200. Eso sí, por el camino se quedaron algunas medidas que nada tenían que ver con la simplificación y si mucho con la desregulación.

Cuando la Comisión Europea inicia y hace suya una idea es como un rodillo que poco a poco va imponiendo su criterio, aunque las circunstancias cambien. Cuando se habla de simplificar uno piensa en reducir determinados trámites burocráticos, racionalizar ciertos controles preventivos que no tienen sentido o impiden conseguir los objetivos marcados, mejorar comunicación administrado administración, etc, y todo eso sin que los principios y objetivos de la PAC cambien. Pero la Comisión Europea ya nos tiene acostumbrados a sus simplificaciones, y la verdad, poco tienen que ver con los objetivos tan loables de facilitar la vida al administrado y conseguir ciertos objetivos de la PAC, y sí con tres ideas que, a mi juicio no son muy europeos.

En primer lugar, en lo administrativo, simplificar es refundir textos legales, pero no reducir la burocracia, a no ser que se confunda una cosa con la otra. Es decir, que ya tenemos un libro gordo de petete en vez de una enciclopedia por fascículos. El agricultor ya se puede olvidar en pensar que recibirá la ayuda sin tanto papeleo, pero a lo mejor se necesitan menos funcionarios para gestionar el sistema.

En segundo lugar, en las competencias. Se plantea simplificar las políticas comunitarias a través de aumentar la subsidiaridad de las políticas, dando mayor poder a los Estados miembros para desarrollar sus políticas. Dicho en otras palabras, la Comisión Europea se quita de en medio y se limita a controlar lo que controla, pero da un paso lateral en lo que se refiere a su responsabilidad por velar que esa delegación o no afecte a la consecución del mercado único. Si pensamos que más Europa es más y mejores políticas comunitarias, no parece que ese sea el camino elegido. Una cosa es que se mejore la interlocución entre Comisión Europea y Estados miembros, y la otra, muy diferente, que esta tire la toalla.

Y, por último, pero no menos importante, en lo político, simplificar parece que consiste sencillamente en desregular. Ya veremos que pasa con el régimen de frutas y hortalizas basado en inversiones a las OPFH. Ya estamos acostumbrados a que cualquier problema de gestión tenga como solución de muerto el perro, se acabó la rabia, sin tener en cuenta un análisis sobre su utilidad y potencial.

No parece que hablemos el mismo idioma, pero pueden acostumbrarse desde ya a escuchar el mantra de la simplificación, en abstracto, en todos los discursos y alocuciones del nuevo Comisario. Simplificar no es hacer la vida mas sencilla, es sin más ser simples.