La decisión de la Conferencia Sectorial de imponer la regla del 80-20 para definir al agricultor activo no ha dejado indiferente a nadie. El hecho de que para cobrar bajo el futuro pago básico uno deba justificar que al menos el 20% de sus ingresos tengan que provenir de la actividad, y no solamente de la ayudas, va a provocar la expulsión del sistema de muchos perceptores que hasta la fecha venían cobrando sin mayores problemas, molestando a aquellos que sí invertían y arriesgaban en el sector, y sirviendo de ariete contra la agricultura de aquellos de aquellos que quieren deslegitimar la PAC.

El MAGRAMA a modo de ejemplo ha considerado que según datos de 2010 y sin contar Euskadi y Naavarra, se expulsarían a más de 70.000 perceptores por un valor de unos 550 M€. A ojímetro, cerca de un 10% de los que cobran y en valor presupuestario.

Pues muchos se equivocaban cuando decían que este debate sobre agricultor activo no iba a llevar a nada, y yo el primero, pero al final no ha quedado en agua de borrajas. Hay que reconocer que con esta simple medida se beneficia al que es y no al que simplemente está, haciendo que el sector sea un poco más transparente, profesional y comprometido con la actividad productiva, aunque siga siendo un sistema desacoplado, porque exceptuando a los pagos asociados, se exige actividad pero no producir tal o cual producto.

Alugnos pueden decir que no es suficietne, pero la verdad es que se ha tocado un tema tabú del campo, el de agricultor de sofá, y no se puede tomar la parte por el todo con ejemplos específicos de casos muy contados que en apariencia podrían quedar fuera y que seguro tendrán encaje si se respeta el espíritu del concepto, es decir, que realmente estén en al actividad y no se dediquen a crear condiciones artificiales o cunmplir formalmente para simplemente cobrar. Aunuqe se hayan tratado como tal, los pagos PAC no son un bien financiero, aunque que en este país estamos acostumbrados y ser capaces de converitr los cheques restaurants en acciones en bolsa.