Cuando el pasado 8 de febrero el Consejo de la UE acordó el Marco Financiero Plurianual de la UE para el período 2014-2020 había dos preguntas a responder, cómo quedaba el presupuesto general en un entorno de grave crisis económica y, en segundo lugar, en qué afectaba a la PAC y a España.
Como suele pasar tras este tipo de acuerdos que levantan tantas expectativas, se produjo una avalancha de reacciones que por prematuras suelen ser contradictorias y poco fundadas. Contradictorias porque todos hacen una lectura que intenta reforzar una idea preconcebida; y poco fundadas porque normalmente suelen pasar varias semanas hasta que podamos conocer, no sólo las cifras globales, sino todos los detalles del acuerdo. Ser el primero supone desinvertir en rigurosidad, aunque algunos consideren que ello merece la pena si siendo el primero consigues mayor notoriedad y publicidad, todo depende de los objetivos de cada uno.
No obstante, y pasado este trance, hay que intentar volver a la senda del rigor y estudiar cuál ha sido el resultado de las negociaciones y qué implicaciones tiene en las políticas comunitarias, y muy especialmente en la PAC y su aplicación en nuestro país.
A la pregunta de si el presupuesto de la UE se ha reducido no existen muchas dudas, es la primera vez en la historia que éste se reduce tanto en términos relativos, pasa del 1,08 al 0,95% de la RNB de la UE; como en términos absolutos, de 994.176 a 959.988 millones de €, siempre hablando en precios 2011 que es cómo se ha negociado. El resultado no es una buena noticia cuando la UE ya cuenta con 28 socios y se reconoce por activa y por pasiva que la mejor solución para salir antes de la crisis es más Europa. Este acuerdo parece desmentir o debilitar la línea europeísta.
Sin embargo, responder a la pregunta de cómo ha quedado la PAC en la negociación es algo más complicada, sobre todo si queremos contestar atendiendo a las expectativas de sus defensores y detractores. Comparando el marco actual con lo acordado, la rúbrica 2 donde se integra la PAC es la que más recortes sufre, un 11,38%, tras la de cohesión, rúbrica 1B, que se reduce en algo más de un 8%. Por el contrario, la que más se incrementa es la rúbrica 1A, competitividad para el crecimiento y el empleo, en un 37.29%. Es decir, y como ha declarado el Europarlamentario francés, Michel Dantin, ponente en el Parlamento Europeo de la OCM única, “la PAC ha sido rehén del acuerdo”, y yo añadiría una vez más porque en el 2005 pasó exactamente lo mismo.
Es cierto que la ambición de la propuesta de la Comisión era aportar un mayor montante sobre la rúbrica 1A, donde se integra el I+D+i, y consolidar una congelación y recorte de las ayudas PAC, sobre todo a través de la eliminación de márgenes y desvío de partidas antes en al PAC hacia otras. Sin embargo, con el acuerdo los Estados decidieron consolidar la reducción del presupuesto PAC, incluso yendo un poco más allá, y enfriar las expectativas en las políticas de competitividad, porque al fin y al cabo es un apoyo extra a las políticas que ya existen a nivel nacional, recordemos que la PAC sigue siendo la única política totalmente comunitaria, hecho que siempre se olvida de manera interesada por sus detractores. Dicho de otro modo, el recorte a la PAC ha existido y es importante, y no se la puede culpar de la falta de visión europeísta del Consejo.
Pero si es difícil responder a si la PAC se mantiene o se reduce, resulta aun más complejo saber exactamente cómo queda España en el reparto, ya que solamente conocemos las cifras absolutas y todavía no se han hecho oficiales los cuadros de reparto entre países definitivos. Las cifras que ha aporta nuestro Gobierno concluyen que ha conseguido mantener la situación actual, e incluso la ha mejorado si el cálculo lo hacemos a precios corrientes, es decir, con la actualización de un 2% anual que aplica la Comisión en los presupuestos anuales. En desarrollo rural creen que también saldremos bien parados, si bien aquí tendremos que esperar a los criterios de reparto, que no los conoceremos hasta que se apruebe la reforma. Lo que está claro es que la mejor manera de salir de dudas es que se publiquen los cuadros definitivos por parte de la Comisión y que el Parlamento se queja de que todavía no están disponibles.
Hasta aquí es todo lo que razonablemente podríamos concluir sobre los resultados del acuerdo, porque si el reparto por país no está claro, ¿quién se puede aventurar a hacer conjeturas dentro del ámbito nacional? El problema de España ya no será el montante presupuestario que le llegue por las ayudas PAC y el desarrollo rural, sino cómo se va a repartir en base a un nuevo sistema de pagos directos que rompe con las referencias históricas, único e indirecto vínculo con los sectores que lo generaron y dando entrada a muchas otras hectáreas que tampoco podrán diferenciarse en base a criterios de productividad, dicho de otra manera, no valdrá eso de moverlo todo para que nada cambie. Sea cual sea la dotación española, el reparto será un dolor de cabeza, y no hablemos si nos preguntamos por la utilidad del reparto a la hora de mejorar la rentabilidad de las explotaciones en el mercado y reequilibrar la posición del productor en la cadena de valor, eso ya es hablar de termo física nuclear.
Cuando el pasado 8 de febrero el Consejo de la UE acordó el Marco Financiero Plurianual de la UE para el período 2014-2020 había dos preguntas a responder, cómo quedaba el presupuesto general en un entorno de grave crisis económica y, en segundo lugar, en qué afectaba a la PAC y a España.
Como suele pasar tras este tipo de acuerdos que levantan tantas expectativas, se produjo una avalancha de reacciones que por prematuras suelen ser contradictorias y poco fundadas. Contradictorias porque todos hacen una lectura que intenta reforzar una idea preconcebida; y poco fundadas porque normalmente suelen pasar varias semanas hasta que podamos conocer, no sólo las cifras globales, sino todos los detalles del acuerdo. Ser el primero supone desinvertir en rigurosidad, aunque algunos consideren que ello merece la pena si siendo el primero consigues mayor notoriedad y publicidad, todo depende de los objetivos de cada uno.
No obstante, y pasado este trance, hay que intentar volver a la senda del rigor y estudiar cuál ha sido el resultado de las negociaciones y qué implicaciones tiene en las políticas comunitarias, y muy especialmente en la PAC y su aplicación en nuestro país.
A la pregunta de si el presupuesto de la UE se ha reducido no existen muchas dudas, es la primera vez en la historia que éste se reduce tanto en términos relativos, pasa del 1,08 al 0,95% de la RNB de la UE; como en términos absolutos, de 994.176 a 959.988 millones de €, siempre hablando en precios 2011 que es cómo se ha negociado. El resultado no es una buena noticia cuando la UE ya cuenta con 28 socios y se reconoce por activa y por pasiva que la mejor solución para salir antes de la crisis es más Europa. Este acuerdo parece desmentir o debilitar la línea europeísta.
Sin embargo, responder a la pregunta de cómo ha quedado la PAC en la negociación es algo más complicada, sobre todo si queremos contestar atendiendo a las expectativas de sus defensores y detractores. Comparando el marco actual con lo acordado, la rúbrica 2 donde se integra la PAC es la que más recortes sufre, un 11,38%, tras la de cohesión, rúbrica 1B, que se reduce en algo más de un 8%. Por el contrario, la que más se incrementa es la rúbrica 1A, competitividad para el crecimiento y el empleo, en un 37.29%. Es decir, y como ha declarado el Europarlamentario francés, Michel Dantin, ponente en el Parlamento Europeo de la OCM única, “la PAC ha sido rehén del acuerdo”, y yo añadiría una vez más porque en el 2005 pasó exactamente lo mismo.
Es cierto que la ambición de la propuesta de la Comisión era aportar un mayor montante sobre la rúbrica 1A, donde se integra el I+D+i, y consolidar una congelación y recorte de las ayudas PAC, sobre todo a través de la eliminación de márgenes y desvío de partidas antes en al PAC hacia otras. Sin embargo, con el acuerdo los Estados decidieron consolidar la reducción del presupuesto PAC, incluso yendo un poco más allá, y enfriar las expectativas en las políticas de competitividad, porque al fin y al cabo es un apoyo extra a las políticas que ya existen a nivel nacional, recordemos que la PAC sigue siendo la única política totalmente comunitaria, hecho que siempre se olvida de manera interesada por sus detractores. Dicho de otro modo, el recorte a la PAC ha existido y es importante, y no se la puede culpar de la falta de visión europeísta del Consejo.
Pero si es difícil responder a si la PAC se mantiene o se reduce, resulta aun más complejo saber exactamente cómo queda España en el reparto, ya que solamente conocemos las cifras absolutas y todavía no se han hecho oficiales los cuadros de reparto entre países definitivos. Las cifras que ha aporta nuestro Gobierno concluyen que ha conseguido mantener la situación actual, e incluso la ha mejorado si el cálculo lo hacemos a precios corrientes, es decir, con la actualización de un 2% anual que aplica la Comisión en los presupuestos anuales. En desarrollo rural creen que también saldremos bien parados, si bien aquí tendremos que esperar a los criterios de reparto, que no los conoceremos hasta que se apruebe la reforma. Lo que está claro es que la mejor manera de salir de dudas es que se publiquen los cuadros definitivos por parte de la Comisión y que el Parlamento se queja de que todavía no están disponibles.
Hasta aquí es todo lo que razonablemente podríamos concluir sobre los resultados del acuerdo, porque si el reparto por país no está claro, ¿quién se puede aventurar a hacer conjeturas dentro del ámbito nacional? El problema de España ya no será el montante presupuestario que le llegue por las ayudas PAC y el desarrollo rural, sino cómo se va a repartir en base a un nuevo sistema de pagos directos que rompe con las referencias históricas, único e indirecto vínculo con los sectores que lo generaron y dando entrada a muchas otras hectáreas que tampoco podrán diferenciarse en base a criterios de productividad, dicho de otra manera, no valdrá eso de moverlo todo para que nada cambie. Sea cual sea la dotación española, el reparto será un dolor de cabeza, y no hablemos si nos preguntamos por la utilidad del reparto a la hora de mejorar la rentabilidad de las explotaciones en el mercado y reequilibrar la posición del productor en la cadena de valor, eso ya es hablar de termo física nuclear.