Un artículo de El Pais, en la sección Sociedad de hoy da una muestra de la gran confusión que se vierte a la opinión pública a la hora de hablar del hambre en el mundo, sus culpables y sus posibles soluciones. El artículo apunta y dispara en todas direcciones dejando claro cuál es el problema y el objetivo, en el cual estamos todos de acuerdo, atajar el hambre en el mundo, pero hace un totus revolutum analítico que nos puede llevar a conclusiones contradictorias.

 

 

 

 

 

Madrid, España

, con una renta media que será el doble que la actual, donde un 70% será una población urbana. Todo esto lo tenemos que hacer en un entorno de presión sobre los recursos naturales, de cambio climático e inestabilidad política en muchos países.

 


 


Estos datos formaron parte del discurso de en relación a la volatilidad y el mercado de las materias primas. Según él,  es evidente que para conseguir estos objetivos hay dos maneras, o aumentando los rendimientos o las superficies. Como parece que las superficies están ya muy limitadas el reto está en los rendimientos, para lo que apeló a la tecnología, y aquí se quedó porque el debate sobre OGM siempre es complicado desde el punto de vista político o ideológico, lástima que no lleguemos a un debate verdaderamente científico.

 

De ello queda claro que estamos ante un problema productivo. Sin embargo, en la UE ¿estamos ante este problema o es otro? Muchos sectores, como el porcino, si analizáramos ciertos aspectos, como el consumo, los precios, etc… podríamos decir que podrían ser rentables y bajo buenas expectativas, pero sector productor no aprovecha los buenos precios ni sale del agujero por el coste y el peso de las materias primas, y su imposibilidad de trasladar el aumento de costes al consumidor final. Recuerdo que la gente no vive de precios sino de las rentas, y eso algunos lo obvian muy fácilmente.

 

Y es que lo fundamental, además de haber mercado, es tener capacidad de acceder y participar en él, y eso requiere un examen más complejo. Por eso estamos insistiendo desde hace tiempo en la organización y dimensión del sector productor en organizaciones de productores con dimensión relevante en el mercado, para posibilitar que el productor participe del mercado y obtenga una renta más justa por sus producciones. Los que piensen que las ayudas directas por sí solas resolverán el problema se equivocan y mucho (a los datos de la renta me remito), además de ponerse en una posición defensiva que, de no cambiar, lamentarán una mayoría de productores, si es que siguen estando allí, se nos cierra la posibilidad de un debate histórico que el sector agroalimentario español necesita, para que sea el sector importante y exportador que tire de toda la economía, pero sobre todo para que todos, desde la producción, pasando por la industria y el comercio, aprovechen la potencialidad del mismo y no estemos remando todos en direcciones diferentes para llegar a una ecuación de suma cero.